El síndrome del CV mutilado
Todo inmaculado, bien maquillado, como esas historias que se notan falsas desde que empiezas a escucharlas. Así son los curriculum vitae de nuestros días: llenos de logros y súper puestos y, por lo tanto, falsos, mutilados.
En 2022, más de 100,000 personas fueron rechazadas al postular a alguna plaza por no cumplir con estándares mínimos de honestidad. Los hechos asustan: uno de cada dos candidatos en México le «ha dado una maquillada” a su currículum, de acuerdo con un análisis de Midot.
Pero yo ni siquiera hablo aquí de este 50% de mexicanos que miente de forma descarada sobre su perfil y habilidades profesionales. Hablo de todos los demás, de esos que, aunque no ponen cosas que no ocurrieron, sólo seleccionan las plazas con mayor brillo y destacan los éxitos, pero dejan de lado los fracasos y los aprendizajes que no se obtienen ni en las aulas ni en las oficinas: los que dejan la vida y sus azares.
Me pongo yo mismo como ejemplo. Mi CV público sólo abarca del año 2000 hacia acá y borra todo lo que pasó antes. Ahí se mencionan las grandes marcas periodísticas, como El Universal, El Economista o Forbes, y los grandes puestos en esos medios, los logros y los premios.
Pero quedan fuera mis inicios, a los siete años, como pintor de brocha gorda y jardinero de las casas de las amigas de mi mamá.
Tampoco aparecen mis muchos años como taxista y chafirete al volante de una combi pecera, dinero que me costó mucho ganar y que me ayudó a pagar mis estudios universitarios.
Ni qué decir que no aparecen mis grandes frustraciones como periodista, como la primera vez que quisimos relanzar el portal de El Financiero, ni todo lo que ese fracaso me enseñó, no sólo a nivel técnico, sino como líder, como intrapreneur y como ser humano.
Verdad mutilada
Si te fijas, lo que hay en mi currículum no es mentir, pero sí es mutilar la verdad, cortarla y editarla para “quedar bien” con los reclutadores (antes) y con los clientes (ahora). Y al tratar de quedar bien dejo fuera un montón de cosas valiosas de mi vida, de mi aprendizaje y de lo que puedo ofrecer a una empresa, ya sea como empleado o como consultor.
Pienso que con estos CV mutilados todos perdemos: nosotros perdemos la posibilidad de que nos vean tal cual somos y lo que valemos, pero también pierden las empresas, al no tener toda la información posible para tomar las mejores decisiones de contratación.
Es aquí donde creo que la metodología de storybeing heroico que he desarrollado puede ser una herramienta única para crear la nueva generación de currículums, que no sólo sean una lista de lo que hicimos bien, sino que sean una verdadera “hoja de vida”, que cuenten historias reales, poderosas, inspiradoras, humanas, que nos muestren vulnerables, pero resilientes y, al final, héroes y heroínas que siempre vencemos todas las batallas.
Voto por CV más verdaderos, transparentes y honestos donde le digamos al mercado laboral o profesional quiénes somos sin miedo, donde podamos sentirnos orgullosos de nuestros éxitos, pero también de nuestros fracasos.
Ya lo dijo alguna vez el maestro Gabriel García Márquez: “Lo que no se comunica no existe.”
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